¿Y si hicieras la lista ya, antes que te descubran una enfermedad terminal?


Una persona con cáncer terminal que asistía a mi consultorio psicológico me dijo unos días antes de morir: “¿Sabe de qué me arrepiento, doctor? Me arrepiento de todo lo que no hice cuando podía hacerlo, de todo el amor por mi gente que me guardé, de todo el tiempo que desperdicié pensando que iba a ser eterno, que no iba a morir joven, que iba a tener tiempo para todo. De eso me arrepiento”. Yo me quedé un rato en silencio por el impacto de sus palabras y un momento después le pregunté: “¿Y te arrepientes de algo que hayas hecho?”. Él me miró con una sonrisa aperezada en su rostro y me dijo: “No me arrepiento de nada de lo que hice. Ya lo hice, ya no vale la pena pensar si debió o no debió hacerse. Nada de lo que piense o haga, cambiará lo que hice. Ya está hecho”. Yo me quedé sorprendido por la profundidad que da la cercanía inminente de la muerte y a partir de ese momento la lista mental de todo lo que quería hacer en la vida me ha acompañado, sin esperar alguna ocasión especial, alguna excusa o provocación. Decidí que todo lo que quisiera hacer, lo haría sin dilación alguna, que provocaría las situaciones que quería para mí en la vida y que sólo me detendría la falta de dinero o alguna incapacidad médica.

 

 

Así, sin tener que darle muchas vueltas a este concepto, la vida no va hacia adelante, va hacia atrás. Cada día en el concepto de finitud humana no es un día más, sino un día menos. El día que te concibieron, ese día, las mutaciones naturales de tus genes heredaron las fortalezas y vulnerabilidades de tus padres y le pusieron fecha de caducidad a cada una de tus células. Ese día empezaste a acercarte al final, por lo que te invito a pensar en términos de un reloj que se devuelve porque todo el tiempo que has tenido fue un regalo y nada, excepto las imposibilidades insalvables, deben distraerte de tu propósito de vivir intensamente, sin dilaciones, sin justificaciones de por qué esperar, aparte de los compromisos cotidianos que todos adquirimos.

 

 

Pero que no sean esos compromisos los que te aten a una vida llena de restricciones. No se trata de tirarlo todo y convertirnos en otra persona. Se trata de mantener un equilibrio entre tu lista de cosas por hacer en la vida, tus posibilidades de hacerlas y tus compromisos. No te invito a pretensiones irreales, ni a sacrificios que te pesen a futuro, a afectar a las personas cercanas que más te aman, ni siquiera a cambiar radicalmente tu estilo de vida para hacer algo que quieras hacer, sino a evaluar las opciones y alternar los deseos con los compromisos. A veces no es tan difícil, a veces requiere de una planeación cuidadosa, a veces requiere de mucho esfuerzo, tiempo y dinero, pero si está en tus posibilidades, lo deseas con el corazón y puedes hacerlo sin que el costo sea superior al beneficio… ¿Qué esperas?

 

 

Algunos mueren sin conciencia del proceso, mientras que otros ven cómo la vida se va alejando lentamente de su cuerpo y tienen tiempo de hacer un análisis exhaustivo de su paso fugaz por este espacio tiempo. Que tu lista de pendientes para hacer en la vida pueda conseguirse está dada mientras mantengas el equilibrio entre tus deseos, tus recursos, tu tiempo para hacerlo y tu motivación para conseguirlo.

 

Mi lista de pendientes se fue achicando hasta llegar a unos cuantos ítems que ya no hacen la diferencia entre lo hecho y lo que falta por hacer. Yo ya puedo irme, ya no tengo pendientes vitales. Solo espero que si me aparece un gusto por cumplir, tenga todo lo propuesto para llevarlo a cabo. ¿Y tú? ¿Te comprometes a disminuir tu lista de pendientes? ¿Evaluarás si tienes las posibilidades, el tiempo, el dinero (si se requiriera) y la motivación para hacerlo?

 

 

No esperes una ocasión especial para cantar en Karaoke sintiéndote importante, tomar una copa de vino en las copas que te dejó la abuela y que están guardadas para una ocasión especial, viajar al lugar que querías conocer más que nada en el mundo y tienes los recursos para lograrlo, iniciar un buen hábito que te dé salud y bienestar, desafiar tus limitaciones autoimpuestas y hacer algo que siempre deseaste, vivir intensamente sin esperar una razón especial.

 

Diego Castrillón

Ph. D (c) y Magíster en Psicología.

 

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