Imagínalo


“Imagina que hay un mundo ahí dentro lleno de fantasías por realizar”.

 

Cuando tantas veces con el cansancio al cuello, el dolor en la espalda, los ojos cansados y las ganas infinitas de llegar por fin a casa, para descansar y recargar la batería de nuestro desgastado cuerpo, sentimos de pronto de costado, una potente voz que grita pidiendo con esmero ser tenida en cuenta, una recargada criatura que llena de energía, nos suplica atender a sus deseos, caprichos y necesidades, a veces caemos en cuenta que no hemos tenido la capacidad de dedicar el suficiente tiempo para ellos y desperdiciamos día tras día, las horas que marca sin piedad, un ligero reloj, haciéndonos recordar con cada tic-tac, tic-tac, que la vida pasa, se acaba y al final no tendremos el tiempo suficiente para arrepentimientos y enmendaduras.

 

Muchos de nosotros, seres comunes y corrientes, hombres y mujeres con cientos de ocupaciones, con muchas privaciones, con metas por cumplir y pasados infructuosos, vemos pasar delante de nosotros el mundo de pequeños, de los hijos que la vida nos da para educar y formar; ¿pero qué sucede? Al callar sus voces y desviar nuestra atención a cosas supuestamente de interés para el mundo de los adultos, creamos en ellos un vacio que suplica por nuestro amor, formamos (por no decir, deformamos) criaturas carentes de afecto que se enfrentan como pueden a una ruda vida que los recibe con desdén, les dejamos a la deriva en un navío sin rumbo que se lleva la marea de la sociedad cada vez más en decadencia.

 

Hemos perdido la capacidad mágica, de mirar con los ojos de nuestro niño interior, le ocultamos cuando decidimos que debíamos madurar y seguir las reglas inclementes de la sociedad que marca pautas de cómo vivir, de cómo hablar, de cómo vestir, de que comer, de que ver, de que hacer, despidiéndonos de nuestra infinita naturaleza interna, opacando la inocencia que necesita nuestra existencia, nos hemos rendido ante la escena que nos presenta la vida misma, y protagonizamos un papel que condena nuestra existencia y de paso la de nuestros hijos que no pidieron venir a este mundo.

 

Hay allí, en esos ojitos llenos de luz, en esas sonrisas llenas de inocencia, en esas mentecitas llenas de ilusiones, un maravilloso mundo al que cerramos la puerta cuando desviamos nuestra atención, hay una magia que invade la realidad y nos permite reencontrarnos con nuestro yo interno, con ese ser que habita en lo profundo, callado, dormido, esperando una oportunidad para ser, simplemente.

 

No perdamos la oportunidad en las señales que nos da la vida, son señales ruidosas, coloridas, inquietas, que a veces llaman la atención y a veces pasan desapercibidas, están ahí, al costado, siendo nada más que lo que son y haciendo solamente lo que saben hacer, recordándonos el camino a la inocencia, a la verdad, a la naturalidad.

 

Si en esta época, tienes la oportunidad de dejarte llevar por uno de ellos a un mundo irreal, coge su mano, mira sus ojos, sonríe con él y camina a su lado sin miedo a ese mundo donde quizás hayan fantasías por realizar.

Ps. Juan Pablo D.

 

 

A continuación un magnifico recomendado para que disfrutes de ese mundo:

 




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Comentarios: 2
  • #1

    doris paez (viernes, 24 diciembre 2010 10:59)

    excelente.ojala pudieramos comenzar hoy mismo.

  • #2

    ORIENTACION PSICOLÓGICA INTEGRAL (martes, 28 marzo 2017 12:11)

    Así es, es importante que actuemos conforme el tiempo, y nuestros pequeños lo ameriten; porque nos necesitan!